domingo, 25 de enero de 2009

Nadie quería

Ella ha dispuesto así las cosas:
la luna descansando mientras amarillea el radiador
y las persianas ofuscadas.

No dice nada, nadie piensa,
ni bien ni mal,
tan solo extraña el nado hacia los vórtices
hambrientos de un domingo de manual.
Y miro tan despacio que los objetos
se escapan de su sitio.

Él permanece donde puede, porque podría haberlo hecho

mejor.
Es demasiado tarde para la caza,
la educación, repite,
te deja con la boca llena de dientes.

Un autobús, curiosamente, pasa y deja
luz cuadrículada en el tercero
-Mondrian monocromo en tres tonalidades, pienso,
quizá porque le encanta a ella.

Lo curioso es que nunca coje ese autobús.

No es una buena fecha para buscar la culpa:
apunta al frío:
acabarás volándote la cabeza.

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