Procede esta aspereza pero incordia
su forma de retroceder.
Lo desapercibido tiene
su insólita capacidad para aburrirme
y la sonrisa es una espátula
recién usada, yeso húmedo
por las mejillas.
El clima cansa, se parece a una lombriz
en el cadáver de un escaparate.
Le sienta bien el rojo, los botones y los cuadros.
Ahora sí que la prefiero lejos
de mis caprichos,
junto a su prescndible
necesidad.
El cielo escarba en en la pupila anuncios
de nueva temporada. ¿Y quién sabe
deshacerse de la ropa vieja?
Ya ves que todo vuelve: estamos
usados,
volviendo con paciencia.
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