domingo, 25 de abril de 2010

Seremos como arena
flotando,
dibujando un tiempo sonrojado
según los vientos
-figuras sin volumen.

Pero mirad hoy vuestros rostros,
la piedra impune
de una sonrisa, y otra, y otra...

Las playas fueron cuerpos,
sus pieles se quemaban en verano,
tenían sal para el dolor,
amaron o mataron.

Un día nadie comprendió el silencio,
pero tampoco
dura la muerte,
aunque las hienas negras,
la hierba verde,
no sepan recitar una memoria.

Los cuerpos fueron piedra, y luego el mar,
con su castigo de mareas y de conchas,
hirió el sueño de los huesos
para tender un lecho
finísimo
al nuevo amor,
o alguna brecha
de muerte a las naciones.

Miradnos, somos cuerpos
plagados de sonrisas y deseo,
arando olvido y muerte.

Baja hacia el mar, recoje
la luna de sus pieles con los ojos,
dos ojos blancos,
ahogado hermoso
que vive en las violetas de sus venas,
en la resaca
de las fotografías.

Estamos vivos, de momento.

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