lunes, 31 de mayo de 2010

Un corcho hundido en el cuello profundo
de una botella sin mensaje corta
el aire de más aire.
Pero ¿se asfixia el vidrio?
Apenas me decías que en las orillas siempre
hay un deseo oculto
que aguarda a la marea con distancia,

suicidas que perecen imaginando tumbas
después de muchos años.

Después, el testamento de un colchón
mientras que los mendigos aullaban su moneda.
Busqué la madrugada en mis costillas.
Una hoja en blanco y nada más es el amor.

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