viernes, 18 de junio de 2010

Mi padre no podía conducir
aquel Renault 21,
moría Yourcenar.
Crujían los parquets,
iguales, diferentes,
los pueblos se esforzaban
en desangrarse en el terror de siempre,
pesetas
con cara y cruz,
con dos perfiles,
con águilas, coronas;
la bamba y la isla bonita,
Green Day Y Guns & Roses
manchándose las converse en garajes.
Pasaban cosas, claro.
Literas, alquiler. Nada ha cambiado.
La muerte es otro útero.

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