lunes, 12 de julio de 2010

Se desnuda por una moneda de labios pensativos
aunque ese viejo del pija azul
observe desde algunos pisos más arriba
-sandalias sucias
de sangre y tierra.

Salta al vacío como el humo
que baila en marcos de ventanas a la nada.

Yo tengo una promesa que ponerle en el escote.
Los ceños tiemblan como flores
ante la piedra del postrero atardecer de agosto,
pero he encontrado al fin la dentadura del olvido
entre los pliegos de su carne.

Pago mi sombra
con la bandera de los condenados.

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