Los necios pronto acuden
a culpar a la piedra y a los cielos,
a todo lo que no va a contestarles.
Pero los hombres son
los únicos capaces
de maldad y avaricia.
Ningún atardecer está maldito,
los campos de frutales, las eras cereales,
jamás apuñalaron la mano que les siega,
ni declararon guerras fratricidas
los ríos o el idioma.
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