En este espejo cotidiano
de cada día,
en este insulto de cristal, en este
vigía incontestable, faro seco
y realidad calcada,
aquí -o acaso allí o en medio-
hay una voz
terrible
que mana de un extraño rostro que me acusa
y que me aterra,
lo que es peor,
aquí -o acaso no soy yo
quien mira sino el observado-
una figura inerte me interroga
y clava sus preposiciones en mi cerebro
vacuo,
preguntas
difíciles como un cuerpo
aún envuelto,
demonios disfrazados de conjunción y cisne...
y siempre, cada día, su tortura
y su inclemencia empañada
dónde, hacia dónde, cómo, cuántos,
por qué y por qué no,
cuándo, y tú ya no eres tú ni nunca ni siempre
pudiste serlo,
y tú quién eres
si no el mal sueño de todas las peores coincidencias
pero hoy no,
hoy no pregunta
con quién,
hoy sabe que tengo la respuesta y calla.
Es este espejo cotidiano
otra pasión de autodestrucción,
una conciencia adquirida
en contra mía.
Qué suerte y qué desierto
que hoy le falte una pregunta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario