domingo, 12 de octubre de 2008

A Jorge

Amigo mío, es tarde,
debiésemos volver a aquel lugar extinto
que abandonamos sin querer.

Amigo mío -y digo amigo
porque la sangre no se elige-
qué iguales fuimos

y qué distantes nos dejó la vida,
a ti por ser mejor
en la topografía más sensible.

En tu honor, Hermano, y con lamisma gente,
volví a aquel lugar del vaso y la muchacha
y ya no es lo mismo.

¿Recuerdas apurar la noche hasta la naúsea
o el fútbol?
Y la miss barrio semanal que nos mataba...

Amigo, Hermano, que tu fruto
acabe tan dulce como tu acto
y seas

feliz y puedas
dejar felicidad como hiciste siempre
a los que te rodean.

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