jueves, 15 de enero de 2009

Agotamiento y resurrección

Chorrean los tejados, como si los pináculos
del campanario
andaran exprimiendo el cielo.

-Hay un amor de nóminas
juntadas, de hipoteca y frío


en la cocina, en el televisor, consuelo

a veces en las sábanas.


Saben no ser felices, sin embargo, este

extraño mundo

lo hicieron para ellos
-

El cielo está agotado,
se desmaquilla torpemente, mancha las aceras.

Está ciudad se duerme pero sabe
estar siempre sonámbula
de intermitentes y desgraciados.

Por fin respiran los cristales.
Dividen

el bien y el mal,
empañan rostros torturados.

-¿Por qué, estimado caballero, escupe
y le molesta tanto la poesía?
Solo queremos decir.

Y grito a ver si alcanzo
un poco de silencio.

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