jueves, 8 de enero de 2009

Didáctica

Quienes florecen en invierno
comprenden
que ni la vida ni la muerte son eternas,
que un viejo amor no dicta
lo que es amar,
que todo queda
...........................en papel mojado,
promesas maufragadas en agua de borrajas.

Sobre la vida se pasean nombres
y cuerpos,
y fechas, y horas,
igual que los retratos de un salón extraño:
lo rostros que sonríen
no pueden engañar a aquellos
que tanto han llorado secamente.

Hoy no nos reconozco.

Son pocas las palabras que te acompañarán,
pocos objetos, luz mordida,
¿quizás una decena de personas?
Y, sin embargo, se respira a gusto.

Los árboles comulgan con la tierra,
han aprendido a acompañar sus estaciones,
a decorar parques sin fuentes.
.....................................................Cambian.
Comprenden cada mes, cada temperatura.
Y así me gusta amarte.

Quien busca la eternidad asume
que fracasó en lo efímero.

He aprendido a quererte porque sé
que tampoco la muerte es eterna
y acaso,
como una profesora enternecida,
nos deje
salir de nuevo al patio, o amanecer un día más
unidos.
.............No digo que la muerte
nos ande perdonando la vida,

tan solo que el final, correcto y justo, nos respeta;
como nos respetamos
nosotros,
con más verdad que flores huecas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cuando termina este paron? Necesito mas. Un beso

tercera_espectativa dijo...

Todo necesita su tiempo, pero gracias por exigirme.

Por cierto, si sois conocidos o amigos, agradecería que pusierais vuestro nombre.

Aqui seguiremos, pero nunca igual.