domingo, 15 de febrero de 2009

Primer día de sol

Tiempo,
saberse en calma,
la necesaria soledad:

en esta hora inmunda, todo
racanea las conversaciones.

Con los primeros rayos
los cuerpos se desdoblan.

Pero febrero tiene las manos homicidas,
la noche cumple su promesa de traición.

La piel se acorta entre los vasos rotos,
le ve marchar, le ve despacio,
y la distancia hacia la noche
se acorta como el llanto
cansado.

Algo cansado de los nombres sin rostro
o de los rostros
que no sabrá nombrar.

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