miércoles, 25 de febrero de 2009

Sobremesa

La frase está manoseada.
Al menos el sol se hinca como la lejía
sobre las cimas
y todo huele
a limpieza de domingo vespertina.

Siendo pesimistas, levantarse
con mala cara y discutir
con el aspirador supone un triunfo cotidiano.

Yo la quería a ella. A veces, yo también le apetecía.

Las aves se prolongan como servilletas de papel
y la ciudad
comienza respirar en sus terrazas
mientras perdura aún
aquel silencio,
más valiente cada vez.

-Y además movemos
la cola y la sonrisa de encontrar
un nuevo dueño-

Atrévete a darme una escusa
para acabar contigo.
Lo malo de haberte conocido es
que mis palabras han perdido retroceso.

2 comentarios:

Las siete vidas de una gata dijo...

me alegra poder volver a leerte asi, con este nuevo look

tercera_espectativa dijo...

ha sido todo un placer estar ausente y resegrar.