La frase está manoseada.
Al menos el sol se hinca como la lejía
sobre las cimas
y todo huele
a limpieza de domingo vespertina.
Siendo pesimistas, levantarse
con mala cara y discutir
con el aspirador supone un triunfo cotidiano.
Yo la quería a ella. A veces, yo también le apetecía.
Las aves se prolongan como servilletas de papel
y la ciudad
comienza respirar en sus terrazas
mientras perdura aún
aquel silencio,
más valiente cada vez.
-Y además movemos
la cola y la sonrisa de encontrar
un nuevo dueño-
Atrévete a darme una escusa
para acabar contigo.
Lo malo de haberte conocido es
que mis palabras han perdido retroceso.
2 comentarios:
me alegra poder volver a leerte asi, con este nuevo look
ha sido todo un placer estar ausente y resegrar.
Publicar un comentario