La silla manteniendo la mirada,
espera porque sabe
que el mar
no calma este vacío.
Las aves nuevas y los niños desafían a la tarde
y, sin perder,
Aitor está notando el mediodía de cristal
de furia triste
volviendo de las clases con mochila.
...............................................................Son
más de las dos y media. Bienvenido, este era
aquel color
que no sabías dibujar.
A veces sueña
que aquello no ha pasado y que el cielo
le mira todavía azul.
Aitor no se lo creía, si al menos
no le hubiera costado tanto echarse a llorar,
creérselo...
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