Parece fácil,
pero al partir descubres
que los pañuelos descosidos
no son
-con mucho-
lo único que dejas a tu espalda.
Atrás se queda
la huella disfrazada de las aves,
un aire
de forma perturbada.
Están detrás
las estrategias que se miden por patrón estético,
la lencería dilatada,
buenas maneras
y la querencia antigua
y nuevamente seria
de un hogar.
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