Desvirtuado el sexo oral por la pornografía,
nos queda amarnos y esperar
o por lo menos esperar a amarnos.
(Yo ya no sé...)
Iremos
perteneciendo a las palabras sin necesidad
y a la inevitables
aceras de la calle Colegios.
Si la memoria no me falla, el tiempo
es una fiera
capaz de desmentir lo que hemos visto,
y desde la comodidad de rótulos
de ayer fuimos felices -a pesar
de ser criado en chandals de segunda mano-,
te digo que prefiero tus amnesias.
Habrá que echar raíces y amueblar
esta ciudad vacía con tus manos
en la indecentemente dilatada noche
de los domingos,
porque hay raíces rotas ancladas en el viento
y tienen las pereza de mis manos.
Y siempre
vacías estas manos, pues aire soy y en aire
sin pertenencias he de convertirme,
tan solo el tránsito amarillo y grave
de ajenas circustancias, casualidad impura,
que se resumen hoy
en la mejilla que anochece entre mis dedos,
ave pequeña y libre, placer por el placer.
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