miércoles, 12 de noviembre de 2008

Involuntario

No es la soledad, sino el desprecio
con que me miran estos muros
sensibles a los cambios de estaciones,
vacíos y amarillos,
nocturnos hasta la carencia de retratos.

Prefiere el aire las aceras
pobladas por la levedad de tus tobillos
desnudos.

..................Otro
desprecio es la amenaza del termómetro,
el agujero al fondo del saco del pasado,
la obligación que impone la memoria.

Con qué calor te miran
los cobres vegetales del otoño,
con qué pereza clavas tus ojos en el suelo,
con qué sinceridad me voy
quedando sin palabras.

La inercia me atormenta.
Si yo tuviera nombre
de rascacielos newyorkino...
Una fisura en la barbilla
del horizonte, sombras sin destino
y propaganda sentimentalista,
publicidad de un cuerpo pixelado.

No sabes cómo cuesta soltarse de tu mano.

No hay comentarios: