La búsqueda del sol,
la apocalypsis
de videoclubs cerrados
y todos los cristales siempre
a punto de romperse de su aliento.
Después ya nadie
caminará.
..............Porque no asfixia la ciudad
existen los domingos,
con su sofá y su mantelería,
plagados
de estúpidos paseos,
preciosidad sin rumbo.
Aunque también cuando atardece -
y eso
sucede pronto en los inviernos-
se pone
un gesto triste
y de ciudad invertebrada
echando dientes como lunes.
Babea los penúltimos instantes.
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