Como el gaviero de un barco de vela
-sus restos ya ceniza descansando
es islas de océanos distintos-
floto de una deriva a otra deriva,
por todo tiempo suspendido mientras
millones de pasados me vigilan.
Tu cuerpo adolescente con su sexual ternura
a veces me recoge todavía.
El tiempo es solo un cambio de sonido
si hablamos del deseo,
y eternamente encallo en tus arenas,
primera playa del amor, entonces,
en ese tiempo de pura inocencia.
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