jueves, 10 de mayo de 2012

Visión de la orgía

Estabas tú, tus huesos perseguidos,
piel agobiándose de tanta seda,
cuerpo enredado en manos y más manos.

Los ojos se encendían -¿cuántos pares?-,
un sable de luz en la yacija,
los sexos inflamados se rendían.

¡Por cuánta soledad has caminado!
Me hacías el amor con otros hombres,
con hembras de mirada penitente.

Uno por uno, se arruinan los físicos,
inútil colección para el deseo,
escombros del alcohol y del orgasmo.

Tus ojos me buscaban como el logro
de un niño busca el orgullo del padre,
para encenderte el alma y no estar sola.

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