jueves, 18 de diciembre de 2008

Íntimos Secretos Públicos

Medito las palabras y el tiempo del tabaco,
difícil gravemente
no recostarse impertinente y dócil
en otro amor, en la imprudencia fácil

de las palabras altas
y las promesas oportunas.

Agusto en el silencio, espía incómodo,
sin pretensiones,
pasivo como el viento que mueve tu vestido,

pero
debajo del invierno
un pétalo respira
y en previsión de precipitaciones

irremediables,
y moderadas si la suerte aprende a
dejarnos solos con nuestros asuntos,

los inocentes
se embozan para perpetrar
sus crímenes y sus paseos.

No te imaginas todo lo que no te digo,
los continentes que davastas con tus ojos
y las ciudades que se olvidan
en el bolsillo de tus pantalones.

A veces miro al frente cuando estás al lado,

y lo peor
es la certeza de saber que estás jugando
al mismo juego, apostando
la misma
cabeza, el mismo corazón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la soledad siempre acompaña
a quien medita
la sed sobre las aguas.