Medito las palabras y el tiempo del tabaco,
difícil gravemente
no recostarse impertinente y dócil
en otro amor, en la imprudencia fácil
de las palabras altas
y las promesas oportunas.
Agusto en el silencio, espía incómodo,
sin pretensiones,
pasivo como el viento que mueve tu vestido,
pero
debajo del invierno
un pétalo respira
y en previsión de precipitaciones
irremediables,
y moderadas si la suerte aprende a
dejarnos solos con nuestros asuntos,
los inocentes
se embozan para perpetrar
sus crímenes y sus paseos.
No te imaginas todo lo que no te digo,
los continentes que davastas con tus ojos
y las ciudades que se olvidan
en el bolsillo de tus pantalones.
A veces miro al frente cuando estás al lado,
y lo peor
es la certeza de saber que estás jugando
al mismo juego, apostando
la misma
cabeza, el mismo corazón.
1 comentario:
la soledad siempre acompaña
a quien medita
la sed sobre las aguas.
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