Mi nombre no me dice mucho, ni siquiera
delante del espejo.
Me sé inútil
-en ciertas ocasiones lo haces tan dolorosamente patente-,
intento acompañar.
En mi ventana,
la lluvia lee la desnudez que acude austera
a refugiarse de una ausencia.
Teléfonos y direcciones,
postales,
la compasión de un verso, acaso lástima
hacia el padre.
.......................nada
me recupera.
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